MALLORCA 2022

El deseo de luz produce luz

Y empecé a ver dentro a través de mirar fuera, otra vez a través de la cámara, a través de mis ojos. Y yo también empecé a llenarme de luz.

MADRID, 2014 - 2021

Llevaba rota siete años. Sí, parece una de esas maldiciones supersticiosas en las que nunca llegamos a creer. Me rompí entera. Y conmigo, mis ojos. Sin embargo, nunca entendí qué llegó primero. Pero el dolor que había en ellos inundó absolutamente todo lo que me rodeaba. Todo se fue tornando a un color oscuro feísimo. Tan pesado que apestaba y casi ahogaba. Abandoné todo lo que tenía que ver con mis ojos, incluída la fotografía. Me sentía inerte, atrapada. Tenía que escapar... (“¿de mí?”)

Entonces llegué a la Isla. La Isla de las Maravillas. La Isla Mágica. ¿Es que son mágicas las islas y nunca nos lo habían dicho?

Y huyendo de lo rápido, lo frenético, lo impersonal y lo aparente; del ruido, el cemento y la multitud; me encontré con la calma y lo humano. Y encontré paz en lo cotidiano. Pero, sobre todo, me topé con aquella parte de mí que había muerto en Madrid. Me deslumbró la luz que azota este lugar. Encontré la luz que me devolvió a mí misma. Y es que "el deseo de luz produce luz", que decía Simone Weil. Y empecé a ver dentro a través de mirar fuera, otra vez a través de la cámara, a través de mis ojos. Y yo también empecé a llenarme de luz. Como esta isla que, definitivamente, no puede estar hecha de otra cosa.

MALLORCA, MARZO 2022